Los alfajores forman parte de nuestra identidad. Están en la merienda, en la oficina, en la ruta y en cada momento en el que buscamos darnos un gusto. Pero lo que cambió en los últimos años es la forma en la que los elegimos: cada vez más personas vuelven a buscar sabores reales, texturas auténticas y productos hechos con dedicación. Así es como el alfajor artesanal volvió a convertirse en protagonista.
El alfajor de chocolate sigue siendo el gran favorito. Su combinación de tapas suaves, dulce de leche espeso y un baño de chocolate firme pero cremoso genera una experiencia imposible de igualar en productos industriales. Cuando se usan ingredientes de verdad —manteca, huevos frescos, cacao de calidad— el sabor se vuelve más profundo y el aroma más intenso.
El alfajor de merengue italiano, por su parte, es un clásico que muchos creían perdido, pero que hoy vuelve a enamorar. El merengue italiano aporta una textura brillante, suave por dentro y firme por fuera, lograda con un proceso que requiere técnica, precisión y mucha experiencia. No es un alfajor común: es un ícono argentino que hoy vuelve a ocupar el lugar que merece.
Los alfajores artesanales no son solo un antojo: son una experiencia que se siente en cada detalle. En Blasus trabajamos con recetas familiares, procesos manuales y materias primas nobles. Tanto el alfajor de chocolate como el de merengue italiano representan ese espíritu artesanal que hace que cada bocado sea especial.
